lunes, 17 de noviembre de 2008

El progreso del progresismo

Un análisis de los sentidos del progresismo en la coyuntura de la Argentina actual. ¿Hay algo además de la polarización entre el Oficialismo Kircherista y la Oposición de la Coalición? Hacia una construcción política democrática que incluya lo popular y lo republicano.

Mucho se ha dicho ya del progresismo, en cuanto expresión política de la pequeña burguesía. Esta tendencia llevada al fracaso en Argentina, con el máximo exponente de "La Alianza" y el derrumbe del proyecto ibarrista, vacío de sentido el contenido del progresismo. Sin embargo, el espacio ideológico fue ocupado por el regreso de la JP que hoy peina canas del justicialismo posmenemista, que habló desde la transversalidad hasta de un tercer movimiento histórico.

Sin embargo, el progresismo entendido como la forma democrática de construcción del socialismo, debe aprender de la experiencia histórica de sus diferencias con el movimiento peronista. Así, la estructura burocrático- corporativa, asentada siempre en la CGT, cambió hoy el apoyo de organismos neoliberales por las organizaciones de derechos humanos. El cambio es positivo, pero no alcanza.

No lo es porque en el terreno de las corporaciones la política pierde su poder instituyente. A partir de allí, los arreglos de turno con el poder económico o mediático son anécdotas de un dato estructural, en donde las elites mantienen su hegemonía a pesar de entregar el gobierno. Esto fue una realidad que pudo observarse a partir del "conflicto del campo".

Si de un lato tenemos al gobierno, el papel de la oposición encabezada por la Coalición Cívica, no hace más que intentar consolidar el sistema político del populismo, que a pesar de Laclau parece significar una lógica binaria que no le hace bien al país. Las decisiones no parecen discutirse por su aporte, sino por el signo partidario de su propulsor.

Por ello, el "progresismo" corre el riesgo de desaparecer, entre una corriente "popular" oficialista y otra corriente "republicana" opositora. Esta parece ser la disputa hoy; el desafío es conjugar en una nueva construcción política ambos valores democráticos: el contenido popular y las formas republicanas. Allí aparece un tercer progresismo más allá de la división entre unos y otros.

En este contexto, el diálogo entre el Partido Socialista de Binner, el espacio SI (Solidaridad e Igualdad) de Malacuse y el Proyecto Sur de Lozano, es imprescindible para revalorizan el sentido del progresismo en Argentina. No se trata de una oposición al oficialismo, sino de un avance más allá de las limitaciones kirchneristas, en donde la CTA rompa con el poder burocrático de la CGT.

A su vez, es fundamental para la construcción democrática nacional la sanción de una nueva Ley de Radiodifusión, tal y como la establecen los 21 puntos de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. En este punto, la Universidad tiene mucho qué decir, y este tema puede ser un inicio del aporte de un espacio con creatividad crítica, que con alguna ambivalencia hoy podría representar Carta Abierta.

De uno y de otro lado, la polarización debe dejar escapar al socialismo atrapado en una Coalición Cívica que coquetea con el macrismo y a movimientos como Libres del Sur limitados por las deudas del Kirchnerismo. Por ello, desde los sectores que ya se distancia de uno y del otro como SI y Proyecto Sur, puede esperarse que surja el firme protagonismo para este espacio político.

Todo ello, apuntando a la construcción conjunta en América Latina, y haciendo un énfasis especial en el desarrollo sustentable: social, económico y ambiental. Uno en donde se tenga en claro que se entiende por calidad de vida, lejos del consumismo, y bien cerca de una verdadera distribución de la riqueza.

Sí Sur Socialista.